El mercado de los créditos de carbono está tomando impulso en el sector agroalimentario y representa una oportunidad real para las explotaciones que aplican prácticas sostenibles. A través de técnicas como la agricultura de conservación, la siembra directa o la incorporación de cubiertas vegetales, es posible capturar carbono en el suelo o reducir emisiones, generando créditos que pueden venderse a empresas interesadas en compensar su huella climática. De esta manera, el esfuerzo por mejorar la gestión del terreno se traduce también en un nuevo ingreso económico.

Durante los últimos años, la Unión Europea ha dado pasos decisivos para ofrecer un marco regulatorio que dé seguridad y transparencia a este mercado. En noviembre de 2022 presentó su propuesta de Reglamento para la Certificación de Remociones de Carbono, que culminó con la aprobación del Reglamento (UE) 2024/3012, publicado en diciembre de 2024. Esta norma, ya en vigor, establece las bases para certificar las prácticas agrícolas que capturan o reducen CO₂, como la mejora de la fertilidad del suelo, la agroforestería o el uso eficiente de insumos. A lo largo de 2025 y principios de 2026, la Comisión Europea publicará los actos delegados que definirán las metodologías concretas para la agricultura, abriendo la puerta a que las explotaciones puedan generar créditos certificados y acceder al mercado voluntario europeo de carbono.

Para los profesionales agrícolas, estos cambios abren un escenario interesante: la posibilidad de compatibilizar la rentabilidad económica con una gestión más sostenible. Participar en proyectos de carbono puede mejorar la fertilidad de los suelos, reforzar la resiliencia frente a la sequía y contribuir a la imagen de una agricultura comprometida con el futuro. Conocer los requisitos técnicos, los sistemas de verificación y las plataformas de registro será fundamental para aprovechar esta nueva fuente de valor para el campo.